miércoles, enero 10, 2007

A propósito de la India.

(y de ciertas mujeres).

Acabo de leer Sandokan, de Salgari, el mismo autor del Corsario Negro, primer libro sin dibujitos que leí en mi existencia, y el cual, junto con La Isla del Tesoro marcaron en gran medida mi modo de ver, sentir, y soñar el mundo. Más incluso que Asimov y sus Fundaciones, más que Tolkien y sus mil anillos.
Había leído gran parte de la obra de Salgari y sin embargo nunca cayó en mis manos este último. Gracias a Ruiz por prestármelo.

Entre tantos tigres muertos inútilmente, panteras baleadas por diversión, piratas barridos por cientos de sus cubiertas bajo el fuego de metralla lanzado a traición, árboles exóticos que dan agua, pan, leche, y frutas desconocidas, ostras de cien kilos de peso, diamantes y zafiros del tamaño de una nuez, y ríos de oro y plata, Yáñez de Gomera, el portugués hermano del malayo Sandokán, con el pelo ya encanecido, se enamora de una mujer de India, de Bengala propiamente.

"....¿Se habrá quedado sin coraza tu Corazón? (pregunta Sandokán)

-¡Ya soy viejo! respondió el portugués, algo turbado.

-Sin embargo, creo que los ojos de Surama te harán volver a la juventud.

-¡Cuidado! dijo Tremal-Naik. Las mujeres de la India son más peligrosas que las blancas. ¿Sabes con qué materiales están formadas según nuestras leyendas?

-Lo que sé es que, por lo general, son muy hermosas y tienen ojos de fuego, contestó Yáñez.

-Existen ciertas historias muy antiguas que cuentan que cuando Twasthei hizo el mundo se quedó muy perplejo antes de crear a la mujer, y permaneció así durante largo tiempo antes de escoger los elementos necesarios para darle forma. Te advierto que hablo de la mujer india, no de las demás razas.

-Continúa, dijo Sandokan.

-Cogió la redondez de la luna, la flexibilidad de la serpiente, la elegancia de las plantas trepadoras, las vibraciones de un tallo herbáceo, el color aterciopelado de las rozas y la lijereza de la hoja, la mirada del cabritillo y la loca alegría del rayo de sol, el llanto de la nube, la inconstancia del viento, la timidez de la liebre y la vanidad del pavo real, la dulzura de la miel y la dureza del brillante, la crueldad del tigre y la frialdad de la nieve, el parloteo de la garza y el arrullo de la tórtola.

-¡Por Júpiter!, exclamó Yáñez. ¿Todavía tomó otros elementos más ese dio indio?

-Me parece que ya tenía materiales de sobra, añadió Sandokán......."

9 Comments:

At 8:13 p. m., Anonymous Anónimo said...

Sólo las indias??? ja!!

 
At 9:38 p. m., Blogger Ale said...

Me gustó el post y si bien no todas las mujeres somos así de perfectas, espero tener el potencial para acercarme lo más posible.

Saludos

 
At 10:29 a. m., Blogger JGuarello said...

¿así de perfectas???!!
Hasta el llanto de la nube todo bien, pero la inconstancia, la vanidad, la crueldad, la frialdad, la dureza, y el parloteo....no muchas gracias. yo paso.
Incluso me asusta la mirada del cabritillo.

Es para exclamar ¡Por Júpiter!

Y tal colección de elementos, no creo que sean privativos de la mujer india, definitivamente no.

 
At 2:40 p. m., Anonymous Anónimo said...

por tutatis!!!

 
At 5:42 p. m., Blogger Hyera said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

 
At 12:41 p. m., Blogger JGuarello said...

Son buenas las tórtolas, escabechadas o asaditas al fuego...
La miel sobre pan tostado con mantequilla derretida la lleva.
Dios no usó tórtolas ni miel, sólo una costilla de Adán. Y si el Hombre es un cordero, una oveja, la mujer es una costillita de cordero....ergo....
Es una nueva Teoría Guarelliana.
Y no se puede negar qu explica muchas cosas.

 
At 4:14 p. m., Blogger Hyera said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

 
At 7:07 p. m., Blogger JGuarello said...

o como el dicho popular..."la madre del cordero".

pajaritos uno come en la flor de chile y en nomeolvides, según la época. hay que preguntar. no se si tórtolas, pero a falta de tórtolas, buenas son las codornices.
o el cordero al palo, bien escurrido, con las costillitas crujientes.

Es un buen párrafo el de Sandokán. Creo que es el único que mete en el caldo tal variedad de elementos, y sin mala intensión ni connotación negativa respecto de los que a mi me pueden parecer peligrosos o inconvenientes.

 
At 8:13 p. m., Blogger Hyera said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

 

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